Investor Statement – Español

Nosotros, los abajo firmantes, reconocemos la urgente necesidad de reducir el nivel de gases de efecto invernadero emitidos por la cadena global de suministro de proteína animal para poder cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.

Estamos profundamente preocupados por los riesgos que presenta el cambio climático para las economías regionales y mundiales y para las inversiones en el sector agrícola. Al mismo tiempo, como inversores y  sus representantes, reconocemos las importantes oportunidades de inversión que presenta la transición a una economía de emisiones netas cero. Tenemos una responsabilidad fiduciaria que nos obliga a generar retornos de inversión y proteger nuestros activos. En la actualidad, en ausencia de una acción política sólida para abordar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas con la producción de proteína animal global, los productores y minoristas de proteínas enfrentan riesgos significativos en la transición hacia una economía baja en carbono.

Por lo tanto, instamos al grupo de naciones del G20 a que promulguen rápidamente políticas ambiciosas y divulguen objetivos concretos para la reducción de GEI en la agricultura dentro o junto con sus compromisos de Contribuciones Determinadas Nacionales (NDC) en la COP26.

La magnitud del problema

23% de las emisiones antropógenas totales de gases de efecto invernadero en el período 2007-2016 provino de la agricultura, la silvicultura y otros usos del suelo vinculados a la alimentación.

El «Informe Especial Sobre el Cambio Climático y Suelo» del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) encontró que aproximadamente el 23% de las emisiones antropógenas totales de gases de efecto invernadero en el período 2007-2016 provino de la agricultura, la silvicultura y otros usos del suelo vinculados a la alimentación. Investigaciones recientes han puesto esta cifra en un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Actualmente producimos alrededor de 340 millones de toneladas de carne al año, más de tres veces la cantidad de hace 50 años, y se espera que el consumo de carne en todo el mundo aumente un 1,4% anual hasta 2023. Esta trayectoria genera un nivel de emisiones de gases de efecto invernadero que es insostenible. Este crecimiento también es responsable de niveles récord de destrucción material y financiera de algunos de los biomas naturales más importantes del planeta a través de la deforestación y la pérdida de biodiversidad.

Como se describe en el Informe Dasgupta, nuestra prosperidad futura depende tanto de la protección como de la restauración de nuestros ecosistemas naturales. Por lo tanto, debemos abordar cómo alimentar a la población mundial de una manera que esté alineada con los objetivos ambientales y los objetivos del cambio climático. Además, dado que más del 80% de la producción mundial de soja se utiliza para alimentar al ganado, existe un vínculo entre los productos agrícolas como la soja utilizada para la alimentación animal y la deforestación mundial. Dada la contribución de la ganadería y la industria láctea a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y a la deforestación, queda claro que los productores de proteínas contribuyen al problema, pero también tienen la oportunidad de ser parte de la solución.

La fermentación entérica, un proceso digestivo que ocurre en el ganado y otros animales, produce metano como subproducto, y representa aproximadamente el 4% de todas las emisiones globales. Esta cifra es el doble del impacto del sector de la aviación mundial. El Índice de Productores de Proteínas Coller FAIRR muestra que el 86% de los productores de carne y lácteos más grandes del mundo no están declarando o estableciendo objetivos apropiados para la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero.

El mundo está tomando medidas para hacer la transición a una economía con cero emisiones. Dado su alto impacto ambiental, la agricultura animal debe ser una parte clave de esa transición. Cabe mencionar que el IPCC sugiere que más allá de abordar la producción de proteína animal, aumentar la proporción de alimentos de origen vegetal en las dietas mundiales también tiene un potencial significativo para la mitigación de los gases de efecto invernadero.

Por lo tanto, nosotros, como inversionistas y / o partes interesadas en estas empresas, queremos alentarlos a cambiar hacia un modelo alineado con una economía con emisiones cero.

Las NDC son el camino hacia una solución

El proceso de la COP26, y las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) de cada país, son claves para enfrentar este desafío.

Más del 90% de las NDC actuales no toman en cuenta de manera integral al sistema alimentario.

El análisis inicial de WWF sobre las NDC indica que el 89% (168 de 189 países) de los países que han presentado NDC han incluido la agricultura y / o el cambio de uso de la tierra en sus compromisos para limitar el cambio climático. Sin embargo, el sector agrícola generalmente se aborda como parte de los objetivos económicos generales de un país. De hecho, solo hay una minoría de países que mencionan específicamente a la agricultura en sus metas sectoriales. Más del 90% de las NDC actuales no toman en cuenta de manera integral al sistema alimentario.

Por lo tanto, vemos las conversaciones de la COP26 este noviembre en Glasgow como una oportunidad valiosa para impulsar el cambio. Una acción política sólida ayudará a las empresas a establecer una acción climática eficaz e incentivará aún más las inversiones privadas en tecnologías de solución climática bajas en carbono en el sector agrícola. Pedimos a todas las naciones del G20 que revelen objetivos específicos para la reducción de emisiones en la agricultura junto con sus compromisos de NDC en la COP26.

También alentamos a los países a ir más allá para establecer marcos para una transición hacia dietas más saludables y sostenibles.

Las directrices dietéticas nacionales son una herramienta clave como parte de esos marcos. En 2019, la Comisión EAT Lancet estableció la Dieta de Salud Planetaria, una guía dietética global que promueve la salud humana mientras se mantiene dentro de los límites planetarios y respeta las diferencias nacionales y culturales.

Tener objetivos nacionales claros para la reducción de emisiones en el sector agrícola ayudará a los inversores y a sus representantes a entender mejor los riesgos y oportunidades en este sector. Dicha acción climática en los sistemas alimentarios tiene el potencial de generar el 20% de las reducciones de emisiones globales necesarias para el 2050. Instamos a los gobiernos del G20 a aprovechar esta oportunidad para ayudar a construir un sistema alimentario mundial más transparente, resistente y sostenible.